- Cariño, ¿Por qué no compramos un castillo para vivir como reyes?

+ No, mejor compramos un manicomio y follamos como locos.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Buscando mi inspiración

Hay canciones que por más que quieras no puedes dejar de escucharlas una y otra vez sin cansarte. Puede que no entiendas la letra, ya sea en tu idioma o no. Sin embargo, sabes que tiene un no sé qué, que qué se yo, que yo qué sé. Lo cual la hace especial y hace que te encante, que busques la letra traducida o que te exprimas la sesera hasta descifrar cada magnífico verso de ella.



Adele... Una gran mujer y gran artista, también una gran persona. Es increíble la facilidad que tiene para escribir sus sentimientos, ponerles una melodía y cantarlos como si se le fuera la vida en ello logrando poner los pelos de punta con su magnífica voz. Tan bella por dentro como por fuera, sin seguir estereotipos. La considero una gran fuente de inspiración, tanto para mi como para otras personas.


De pequeña siempre soñaba con llegar a los demás con mis escritos y dibujos, no pedía nada a cambio, sólo una pequeña porción del tiempo de las personas. Saber que puedes hacer feliz a una persona con unas míseras palabras es mejor que el prohibido y anhelado Edén. Ella, Adele, lo ha conseguido, ojalá yo algún día también lo logre.

sábado, 29 de octubre de 2011

Prefiero que me odien por lo que soy a que me admiren por lo que nunca seré

Cuando era pequeña evitaba estar rodeada de mucha gente porque no me sentía agusto, creía que me juzgarían todos y no podría controlar mis emociones. Con el paso de los años me di cuenta de que no estaba equivocada, que la gente se queda con la primera impresión, aquello que ven a primera vista, y que es complicado hacerles cambiar de opinión. A veces lo que puedan pensar es lo de menos, otras es lo de más.

Hay días en los que me despierto, apago el despertador y me hago la remolona en la cama. Sin quererlo, o realmente deseándolo, me quedo dormida y llego tarde. Para no variar no suelo desayunar, la comida mañanera me revuelve el estómago, y me enfrento a un nuevo día. Normalmente lucho contra mis propios demonios y contra los de los demás, aunque ultimamente no tengo ganas ni de luchar. Sí, he de reconocerlo. Me estoy volviendo mucho más perezosa de lo que ya era, pero soy así y de momento no quiero cambiarlo.

Mi semana no es que haya sido gran cosa, mi vida se resume estudiar por el día, dejarme caer por la biblioteca a la tarde y perderme entre las apasionantes hojas de un libro de artes o de literatura. Y por último, volver a mi leonera, mi cuarto. Allí me siento protegida, siento como si el mundo estuviera en mis manos. Mi pequeño gran mundo, mío y de nadie más.

Hoy creía haberme levantado con el pie derecho, llena de vida y de felicidad. (Ay, Adrianita, cada día eres más ingenua). Pensé que olvidaría el mal entendido del día anterior, que no me haría mala sangre por algo que no puedo solucionar. También pensé que mi pequeño costipado no se apoderaría de mi cuerpo y que no tendría más mocos que huesos, obviamente me volví a equivocar. Pero no queda ahí la cosa, para rematar la faena mi tarde ha sido... ¿Cómo decirlo? Seré sincera, bruta y clara: una puta mierda. Darte cuenta de que una tía que no te conoce de nada te juzgue por tus apariencias me parece acojonante. Que intente convencerte de que la vida hay que disfrutarla y que para eso es necesario que la mujer esté guapa y se maquille. Gracias, señora, la entiendo. Si quiero "ligar" tendré que ponerme una máscara y ser la persona que los demás quieren que sea. Además, como ella ha dicho, con el maquillaje estoy mucho más guapa y es sano para el cutis. Y claro... Como estoy en una edad tan avanzada, tapa mis arrugas e imperfecciones. Venga hombre, dime claramente que la situación económica de este país anda gateando por los suelos y que necesitas que compre unos de tus "maravillosos, únicos y baratos" productos y tal vez hasta me lo piense. Lo que me revienta es que la sociedad sea tan hipócrita, que hagan negocio a costa de los demás. Sí, señores, lo sé. No voy a cambiar el mundo, pero no dejaré que mis pensamientos tengan miedo, sino que gritaré aquello que de verdad sienta hasta que me quede afónica o deje a alguien sordo.

Y por último, pero no menos importante, lo que de verdad me está tocando ultimamente la moral es que me tomen por imbécil. Siempre me han dicho que es mejor parecer tonto que abrir la boca y confirmarlo, tal vez cierta persona debería aplicárselo. La amistad no es algo pasajero, hoy sí y mañana no. Te necesito para las buenas, para reírnos hasta de nuestra sombra y cuando estés totalmente jodida no cuentes conmigo porque debo seguir con mi vida. Para mí eso no es amistad, es tener más cara que espalda.

jueves, 6 de octubre de 2011

Volviendo a las andadas

Hay veces en las que estoy rodeada de gente y me siento totalmente sola. Sé que están ahí, que puedo confiar en ellos o que así debería de ser, pero no lo hago. La verdad no sé porqué, ni siquiera confio en mi misma. Siempre he sido solitaria, me ha gustado tener mis pequeños momentos de soledad que para mí eran grandes alivios. Aunque también he necesitado que estuvieran pendientes de mí sin que yo me diese cuenta. Es difícil explicarlo, pero mucho más entenderlo. Tal vez tú, sí, tú, me puedas entender. Tal vez, cabe la posible y remota posibilidad de que seas como yo. Que seas una persona tan súmamente rara que ni tú misma sepas lo que quieres y a la vez lo tengas más claro que el agua. Que vivas de ilusiones y luego te quejes como un niño cuando las cosas no te salen como esperabas. Que bailes al ritmo de la canción y tararees la preciosa melodía que embauca tus oídos. Que sientas que el pecho te oprime y tus emociones estallen al igual que los fuegos artificiales cuando rozan el cielo. Que tengas miedo a reirte por si tu sonrisa no es la misma de siempre. Que no puedas respirar porque no sabes si ese será el primer o último suspiro que des. Que huyas de los zapatos porque estando descalzo te sientes totalmente libre. Que dejes a tu cuerpo sin ataduras de ningún tipo, a diferencia de tu mente. Que aprecies la vida más ahora que en otros momentos y que sólo sea por el mero hecho de que sabes que se te escapa de las manos y seguramente no puedas o no quieras hacer nada. Que sepas como es la realidad que te rodea pero no quieras mirar, que te quedes ciega a propósito y hagas de tripas corazón. Que te sientas víctima y culpable de tus propios actos. Que no te veas capaz de pedir perdón y mucho menos de pedir ayuda. Que eches de menos una simple muestra de cariño. Un beso lanzado al viento que huyó lejos de ti, una caricia que aún sigues sientiendo en tu piel, un abrazo que te resguardaba del frío o una mirada que te endulzaba la vida. Que incluso los silencios sean tus mayores enemigos. Que la felicidad sea un estilo de vida inalcanzable. Que esa historia que oíste tantas veces, que diste por sentado que era tuya y que viviste al límite te demuestre que será la próxima tragicomida del momento. Que la rutina te acompañe a todos los sitios y te agobie sin dejarte respirar. Que estés cansado de gritos, palabras mal dichas y peor sentidas, reproches sin sentido o enfados tontos. Que cada noche te mueras de sueño y no puedas dormir porque la conciencia te atormenta. Que tus neuronas pidan vaciones al cerebro y tu corazón sienta envidía porque a él aún le queda mucho por trabajar. Que hablemos de ti... Cuando en realidad lo quiera hacer de mí.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Es mejor pedir perdón que permiso

Las palabras que más duelen son dichas por las personas que realmente quieres. Aquellas que suenan mal y se asimilan peor. Las que son escuchadas en tu mente y recordadas por aquel músculo que dicen que siente, el corazón. Te contaré las cosas que nunca te conté o aquellas que te repetí mil veces y tal vez no recuerdes.

Tengo carácter, muchísimo, y me suelo enfadar por tonterías. Soy orgullosa y cabezota, cuando se me mete algo en la cabeza no paro hasta conseguirlo. Siempre estoy a la defensiva, no confio en la gente. Digo cosas que no siento y después me da miedo pedir perdón. Parezco atrevida pero soy muy tímida. Me da miedo la muerte y quedarme sola. Me encanta reirme aunque muchas veces termino llorando. Tengo miedo de enamorarme porque no me suele salir bien. Cuando una persona me importa lo doy todo por ella. Soy gritona y enfadona. A veces parece que tengo un carácter bipolar. Soy indecisa, no sé si hacer esto o aquello. Soy desordenada, no sé dónde lo dejo todo. Nunca llego pronto a los sitios, ni aunque me prepare una hora antes. A todas horas necesito la música. Me calma escribir, con ello me desahogo. Soy una niñata que juega a ser mayor. Cuando me dicen algo que sé que es verdad y me duele trato de huir. Me gusta nadar y perderme entre las gotas de agua. Cuando me ducho me quedo quieta debajo del agua y me pregunto cosas que tal vez nunca más vuelva a preguntarme. Soy reservada, no me gusta hablar de mí, prefiero escuchar a los demás. Soy observadora y me suelo fijar en los detalles, aunque a veces algunos se me pasan. Soy sensible, no me gusta mostrar esa parte de mí. Soy solitaria, necesito mis pequeños grandes momentos. De pequeña pintaba en las libretas lo que quería ser de mayor, me imaginaba totalmente distinta a como ahora soy. No soy amiga de los zapatos, me gusta ir descalza, esté donde esté. Suelo hacer tonterías sin pensar en las consecuencias. Me dejo llevar por el momento sin pensar en el futuro. Me como mucho la cabeza por lo que considero importante. Soy habladora cuando me siento cómoda con la otra persona. No me gusta atarme a los sitios ni a las personas, aunque siempre termino haciéndolo. Me gusta bailar, tal vez sea porque lo llevo en los genes, eso dicen. Soy sincera, o procuro serlo. Mi familia es uno de los grandes pilares de mi vida, junto con mis amistades. Cualquiera no es importante para mí, sólo aquellos que me han demostrado las cosas con hechos y no con palabras. Siempre me infravaloro. Me encantan los libros, de pequeña me acostumbraron a leer y ahora los idolatro. Soy apasionada, cuando digo algo es porque en verdad lo siento e intento demostrarlo. Soy una llorona, aunque me joda reconocerlo. Sueño despierta y soy una ilusa sin querer serlo. Vivo de ilusiones en mi pequeño mundo. Odio que me llamen Adrianita. Hay veces que me siento en un rincón de mi cuarto, cerca de la ventana y miro las estrellas. Pienso en aquellos que ya no están, en mis tíos, en mi abuela, en Javi, en David. Aquellos que nunca más volverán a estar y que nunca olvidaré. Aunque no quiera, siempre termino haciendo daño a la gente que más me importa y quiero. De pequeña siempre estaba con mi padre y él me decía acertijos, me leía libros y jugaba conmigo.

En resumen... ¿Por qué he escrito esto? La verdad, no lo sé. Sólo sé que algo me ha hecho reaccionar, tal vez haya sido él y sus palabras, aquellas que me han dolido tanto. Sé cómo soy y cómo no soy. Hay veces que me gustaría coger un globo terráqueo, cerrar los ojos y marcar un destino al azar con el dedo. Y al momento estar allí, como si fuera por arte de magia. Dejarme perder por ahí, sola...

 

domingo, 11 de septiembre de 2011

Juventud, divino tesoro

"Todos se ríen de mí porque soy diferente y yo me río de ellos porque son todos iguales" Decía Kurt Cobain y cuánta razón tenía ese gran genio.

Acabo de volver de una supuesta "fiesta" destinada para jóvenes, adolescentes y adultos que intentan esquivar el paso del tiempo, y la sensación no es grata. Llego a pensar que mis oídos están totalmente jodidos y que mi forma de ver el mundo es poco común, por desgracia. Se supone que la gente joven debería divertirse disfrutando de la compañía de sus amistades o de sus parejas y no con la compañía de un triste vaso de plástico lleno de garrafón. Y la realidad es simple, concisa y dura. Cada día los adolescentes empiezan a beber y fumar antes, dejan que sus cerebros se llenen de tonterías y que sus cuerpos estén repletos de mierda, porque no puede llamarse de otra manera. Se dejan llevar por el qué dirán los demás y no por el qué diré yo cuando me mire delante del espejo y no me reconozca. No piensan por ellos mismos, sino que dejan todo en manos de los demás. Pegar saltos a las tantas de la mañana con una copa en una mano y un cigarro en la otra es lo que se lleva ahora.

Nunca me ha llamado la atención la sociedad en la que vivo. No comparto esos ideales de vida, los métodos, la censura, las represarias y las consecuencias. Aborrezco la gran mayoría de lo que me rodea, pocas cosas me llenan de verdad. Sólo los pequeños detalles, aquellos que me alegran la vida sin darme cuenta.

Hasta hace poco me consideraba una más de la juventud que se supone que algún día levantará el mundo y lo salvará del caos. Me río yo de la esperanza ciega que siguen teniendo algunos pobres ilusos. Al paso que vamos las neuronas serán un preciado tesoro y se venderán a un elevado precio. Eso sí, no tendrán mucha garantía, tan sólo un par de años. Tan sólo hay que salir un fin de semana y ver el panorama que tenemos, señores. Son vergonzosas ciertas actitudes, una cosa es divertirse teniendo cabeza y otra cosa es no tener cabeza y creer que uno se divierte.

Y lo que más pena me da es que esta situación seguramente no cambie, que mis palabras tal vez queden en el olvido y que las palabras de la gente que piensa como yo serán mudas, al igual que las mías. Aquel que piense como yo que me haga un favor: aunque esté en la oscuridad y sienta que no puede oír su voz, que grite sin parar, sin cansarse y, sobre todo, sin temor.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Mirando al cielo

Son las cuatro y media de la mañana, no consigo dormirme. No tengo sueño y lo único que hago es pensar en ti. Los recuerdos vienen a mi mente y la atormentan. De fondo suena esa canción, esa que tanto me gusta. Mirando al cielo, de hueco. Me identifico con la letra, siento como si estuviera escrita para mí, para nosotros.

"Y qué hago aquí mirando al cielo a diez mil kilómetros de tus besos".

Te echo tanto de menos, no te imaginas cuánto. Desde el principio sabía que te irías, pero nunca pensé que el tiempo pasaría tan rápido, que sería tan perro conmigo. Traté de hacerme a la idea de que el verano sería mágico, que me llevaría a ti. Pero olvidé que cuando el otoño hiciera acto de presencia ya no estarías a mi lado. Fui tonta y lo olvidé.

Y entonces veo nuestras fotos, aquellas que no querías que nos hiciéramos. Sí, no me lo recuerdes, no te gusta que te saquen fotos y tampoco te gusta como sales en ellas. A mí me encantan, son preciosas. Cada una de ellas me recuerda una historia, un beso, un abrazo, una mirada, una caricia, un te quiero... Y no puedo evitarlo, me emociono. Es difícil hacer como si nada, pasar rápido la página de nuestra historia y borrar todos los recuerdos. Es difícil, jodidamente difícil. Pero más difícil es necesitar un abrazo tuyo y no poder pedírtelo. Hacerme a la idea de que ya no podré decirte que te quiero ni que tienes unos ojos muy bonitos. Tampoco podré besarte como si se me fuera la vida en ello, ni podré quedarme todas y cada una de tus sonrisas. No podré discutir contigo y ambos pedirnos perdón por lo tontos que hemos llegado a ser. No podré quedarme dormida en tu cama sabiendo que tú estarás a mi lado. No podré despertarme siendo tú lo primero que vea. No podré bailar contigo aunque me muera de vergüenza. No podré retarte y tú no me harás más cosquillas. No podré cocinar sin echarte la bronca porque me quitas las cosas. No podré llamarte tonto ni decirte que eres muy grande. No podré mirarte embobada recordándolo todo. No podré ilusionarme sin miedo a que pueda dolerme. No podré decir tonterías, actuar como una niña pequeña y hacer que me enfado. No te oiré decirme más: "Pero qué mona eres". No tendré guardado tu olor en un cachito de mi memoria. No podré robarte esa camiseta que tanto me gusta cuando tenga frío. Y tampoco podré cotillear tus cosas intentando encontrar tesoros. No podré quejarme de que no me haces caso ni podré obligar al mundo para que se pare porque quiero bajarme contigo.

No sé porqué escribo todo esto, ni tampoco sé si servirá de algo. Ni siquiera sé si me atreveré a enseñártelo o si esto cambiará las cosas . No sé si lo que escribo lo digo porque estoy loca o porque estoy más cuerda que en toda mi vida. No sé si aún te quiero o tu recuerdo está muy presente. No sé si me desahogo haciendo esto o me atormento más a mí misma. Yo sólo sé que no sé nada.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Hábleme de ella

- Usted no lo entiende, ella no es una chica cualquiera, es distinta a las demás.

- ¿Qué la diferencia? Dígamelo y trataré de entenderle.

- Ella... Ella es única. A simple vista puede que no llame la atención, mas a mi parecer ella es la más bella. Sus ojos tienen una tímida mirada chocolate. Sí, dulce. Sus labios son como dos pequeñas nubes que puedes manejar a tu antojo, esponjosas y suaves. Su cabello es negro azabache y es tan largo que roza su pecho. Sus rizos son deliciosos y traviesos. Sus manos son tan pequeñitas como una hormiga. Su cuerpo parece moldeado por el mejor artista de guitarras españolas. No es más alta que la luna ni que el sol, pero sí que los enanitos de Blancanieves. Su sonrisa, aquella que me roba el corazón, es preciosa. Y ella... Ella es especial.

- No se calle, siga contándome. ¿Tiene carácter?

- ¿Que si tiene carácter? Eso es poco, amigo. Es como un huracán, está ahí, se sabe que tarde o temprano hará acto de presencia y que la única solución posible es huir. Si huyes a tiempo, te librarás de una muerte segura. Si esperas a que el huracán te atrape, estás perdido.

- ¿ Y Qué más podría decirme de ella?

- Ella se las da de fuerte, más dura que un diamante y en verdad es más frágil que un cristal. Es como una cebolla, está llena de capas y es casi imposible llegar a su corazón. La única manera posible para alcanzarlo es entrar en él sin permiso y robárselo, mas no se crea que debe hacerle ningún mal. Sólo debe darle cariño, ella se lo agradecerá. Hay momentos en los que creería que está loca de atar y otros en los se convierte en la persona más cuerda de esta maldita tierra. Es contradictoria y a la vez coherente. Un día piensa una cosa y al siguiente piensa todo lo contrario, aunque ella es la única que consigue entenderse. Es apasionada y cariñosa, tan mimosa como los peluches. Inteligente y astuta, pero no puedo negarle que a veces es tonta. Como se suele decir: de buena que es, es tonta. Tiene un corazón enorme. No se preocupe, el tamaño no es real, sino metafórico.

- ¿Alguna vez se ha enamorado?

- Más veces de las que ella cree. Es ilusa por naturaleza y soñadora por deseo. La verdad sólo puede ser de una manera, para el resto de mortales. Para ella la verdad cobra varios valores y cada uno de ellos distinto. Moldea los recuerdos que no le gustan y los pinta de colores. Mueve las agujas del reloj haciendo que las horas dejen de ser eternas y vuelen velozmente. Es risueña y alegre. Se enfada por pequeñas tonterías, pero al momento se le olvidan. Es orgullosa y terca como un mula. Es sensible y muy llorona.

- ¿La quiere?

- No, no podría decirle que la quiero porque le mentiría. No solamente la quiero, también la amo. Ella es mi perdición, mi sueño más anhelado.

viernes, 19 de agosto de 2011

Quien no arriesga, no gana

Hay momentos en la vida que pasan a una velocidad vertiginosa. Los estás viviendo y crees que van despacio, que nunca se acabarán y en cierto modo no estás equivocado, ya que siempre vivirán en tu recuerdo. Mas es inevitable parar el tiempo, intentar congelar ese momento y no olvidarlo jamás de los jameses. Exprimir cada gota de él y revivirlo una y otra vez. Sentir las mismas punzadas ardientes en el pecho como la primera vez que lo viviste. Quedarte sin aliento y derramar pequeños suspiros que cuentan lo que el alma oculta. Recordar cada mísero detalle que pasó desapercibido y ahora cobra fuerza en tu mente. Palabras sueltas que brotan de la nada haciéndose oír sin temor a las represarias. Canciones que marcaron tu vida suenan cada vez más alto. Sentimientos ocultos salen de su escondite con valentía, atrás dejaron la timidez. 

Y entonces... Te das cuenta de que nada ha cambiado. Aparentemente todo es distinto, pero tú sabes que no. El tiempo ha pasado, él tiene su vida y tú tienes la tuya, ambas distintas e independientes. Creías que lo olvidarías pronto. Pobre ilusa, tan sólo fue un espejismo. Tienes miedo de reconocerlo, pero aún le quieres. Aún sigues sintiendo a aquellas mariposas traviesas recorriendo tu estómago cada vez que está a tu lado. Te sigues derritiendo cuando te mira o suspiras cuando te toca. Lloras cuando no está y sonríes cuando te abraza. Sueñas despierta y duermes soñando. Anhelas sus besos, sus caricias, sus palabras indescriptibles, sus confesiones, sus lamentos, sus fuertes abrazos... Incluso sus tonterías. Te despiertas pensando que está a tu lado, tocas la cama deseosa de encontrar su cuerpo junto al tuyo y te das cuenta de que sólo ha sido otro deja vu más. Recuerdas atenta cada momento vivido junto a él, aquellos detalles que en su día no les diste importancia y ahora son los que más valoras. Aún oyes sus risas y sientes su voz en tu corazón. 


Dicen que el amor es como una partida de poker: tú tienes tus cartas en la mano, intentas hacer tu juego sin saber qué cartas tienen los demás y juegas tanteando el terreno. Si crees que puedes ganar, subes tu apuesta. Si crees que vas a perder, te retiras a tiempo. Así juegan los jugadores cautelosos. Después están los alocados, se arriesgan hasta ganar su premio. Les da igual las heridas que puedan hacerse por el camino o todo lo que pierdan, ya que la recompensa valdrá diez veces más que lo perdido. Y por último, están los pensativos. Ellos observan a sus compañeros, escogen a su víctima perfecta y cuando están seguros atacan contra ella. Yo diría que el amor es igual... Las cartas que tengas en tu mano tendrás que saber jugarlas, ya sean malas o buenas. No hay que rendirse a la primera de cambio, sino intentar seguir.

viernes, 22 de julio de 2011

Confesiones inconfesables

Y cuando crees que tu vida no puede cambiar más, pega un brusco giro de 360 grados sin tú poder pisar el freno. Entonces te paras a pensar qué has hecho durante todo este tiempo, si ha sido en vano o ha valido la pena. Si es verdad que le quieres o tan sólo es un simple capricho. Si sus abrazos son cálidos o son más fríos que el gélido hielo. Si su mirada es sincera o tan traviesa como la de un niño. Si está deseando verte o las horas no son su mayor preocupación. Si sus besos son dulces o salados. Si sus palabras retumban en tu mente o huyen de ella. Si sus "te quiero" te alegran la vida o la endulzan. Si un segundo con él es mísero o es toda una vida. Si sus ojos son la luz que guía tu camino o tu más fiel compañero. Si sus enfados son finguidos o son de verdad. Si sus caricias son suaves o melodiosas. Si es tan alto como las estrellas o como la luna. Si cada lunar de su cuerpo es más grande que el anterior o más pequeño. Si cuando te toca sientes mariposas o un fuerte nudo en el estómago. Si cuando sus labios están cerca de ti callan sueños o deseos. Si le necesitas a cada segundo o a cada milésima de segundo. Si es imposible que te enfades con él o no tan difícil. Si le pillas mirándote o no te das ni cuenta de que te observa. Si su sonrisa es preciosa o jodidamente perfecta. Si cuando te besa te consumes o te derrites. Si cuando te despide está deseando que sea rápido e indoloro o que el tiempo se pare. Si recuerda cada momento vivido contigo o los recordáis juntos. Si vuestra canción no deja de sonar o simplemente es un espejismo. Si recuerda cada fecha o necesita apuntárselas. Si cada vez que te acurruca lo hace para que no tengas frío o para protegerte. Si su mayor deseo es observarte cuando duermes y cuidarte o dormir a tu lado abrazado a ti.

domingo, 17 de julio de 2011

No tengas miedo a volar

3... 2... 1... Flexiono las rodillas y miro todo cuanto hay a mis pies. Respiro hondo intentando tranquilizarme. Debería mirar al frente, mas cualquier intento es en vano. Un mísero segundo lo decide todo: libertad, alegría, valor, miedo, cobardía o represión. Noto el miedo en mi interior. Mi cuerpo quiere volar y ser libre, pero mi cabeza le niega ese merecido derecho. La presión que habita en mi pecho aumenta y con ello mis latidos se aceleran. Dejo de pensar para dejar la mente en blanco y así poderla inundar de nuevas sensaciones. Me impulso con fuerza dejándolo todo atrás. Siento el viento rozando mi rostro y jugando con los mechones de mi pelo. Abro los párpados y miro hacia abajo. Grito con ganas, sacando todo lo que me atormenta. Grito una y otra vez sin cansarme, sin darme cuenta. Es ahora cuando la libertad está en la palma de mis manos. Intento cogerla, pero se escapa entre mis dedos. Las cuerdas que me alejan de ella hacen su función sin permitirme caer. Los gritos hacen hueco a las risas, mientras que la adrenalina se apodera de mí. La felicidad recorre cada poro de mi piel. Hablo sola, digo palabras que nadie más comprende, ni siquiera yo misma. Me río sin parar. Se oye una risa sincera, divertida y atrevida. Atrás quedaron todos mis temores, allí donde la libertad comienza: en lo alto del puente.

Después de una vuelta sobre mí misma, miedos, gritos, risas, sonrisas, sensación de ahogo y libertad, adrenalina en estado puro, palabras nunca dichas, pensamientos perdidos... Y seguramente muchas más sensaciones que no logro recordar. Todo, sin excepción alguna, me ha hecho crecer un poco más como persona, encontrarme a mí misma, superar mis miedos y demostrarme que la felicidad está en los pequeños detalles que nos da la vida.

martes, 17 de mayo de 2011

De tripas corazón

Se recoge su larga melena en un simple moño. Deja sonar la radio, escucha atenta y respira. No sabe si será la última vez que pueda notar el oxígeno en sus pulmones. Se mira al espejo de enfrente y observa atenta su cuerpo desnudo. No se reconoce, no sabe quién es esa extraña que se refleja en él. Se agacha y al hacerlo pierde parte de sus ilusiones. Y lo hace… Sabe que no está bien, pero lo vuelve a hacer. Se siente mal. Las lágrimas recorren su rostro sin cesar. Nota una fuerte sensación de ahogo en su pecho, cree no poder controlarlo.  Patalea como cuando era pequeña y tenía miedo a quedarse sola. Ahora no tiene tanto temor, la soledad poco a poco le hace más fuerte.  Pero necesita cariño, kilos y kilos de él. Vomita sus penas, sus delirios y sus deseos. Vomita todo, incluso su alma. Cientos de pensamientos confusos recorren su mente, le atormentan y le hacen sufrir más. Quiere parar, no quiere seguir con esto, está asustada. Mira a cada lado de la habitación, se siente acorralada. Le gustaría gritar al viento todos sus males, reírse de ellos y hacer de tripas corazón. Deja caer uno a uno cada mechón de su pelo, se mira al espejo y se promete a sí misma que no volverá a hacerlo. Abre la puerta decidida a hacer frente a su vida. Sonríe como si fuera la persona más feliz de la tierra y se cree su propia sonrisa. Ha ensayado tantas veces delante del espejo que ya es parte de ella, resulta creíble. Hace como si allí dentro no hubiera pasado nada y se marcha, pero en el fondo sabe que no es así. No es tan dura como ella cree, un simple suspiro la rompería en mil pedazos.  

Él

A veces les damos más importancia a las grandes virtudes que a los pequeños detalles. En mi opinión, son mejores los pequeños detalles. Cada uno de ellos hace especial y única a la persona. Podría contarte mil y un detalles de mí, pero no… Quiero hablar de él.

Me gusta cuando sonríe, se ríe y no tiene miedo a qué puedan pensar los demás. Seguramente dirían que está loco, mas a él parece darle igual. Me gusta cuando me mira y se cree que no me doy cuenta, aunque ambos hacemos lo mismo. Me gusta la forma de sus labios. Su labio inferior tiene una pequeña marca en el medio y el labio superior otra oculta, sólo los ojos más curiosos podrían descubrirla. Me gusta cuando se los muerde sin darse cuenta, lo hace cuando está excitado. Me gusta cuando se queda dormido hablando conmigo, le riño y se despierta asustado. Me gusta cuando pone caritas porque intento descifrarlas. Me gusta cuando me abraza fuerte y yo me enfado porque no me deja respirar. Me gusta cuando no para quieto y me echa la culpa a mí. Me gusta cuando me da besos en la frente, me siento protegida. Me gusta cuando me pone nerviosa porque sé que lo hace aposta. Me gusta cuando me dice que soy pequeña como si él fuera mucho más alto que yo. Me gusta cuando intento dormir y él me despierta con besos o achuchones. Me gusta cuando tengo frío, le quito la manta y protesta, pero después me la deja. Me gusta cuando dice palabras que ni él mismo entiende, le pregunto qué ha dicho y me contesta que nada. Si él supiera… Me gustaría saber qué dice en esos momentos. Me gusta recorrer cada lunar de su cuerpo. Me gusta cuando me da masajes o cuando me deja dárselos. Me gusta cuando dice tonterías y mucho más cuando las hace. Me gusta que me llame petarda y que me deje llamarle imbécil. Me gusta cuando hago algo y me copia. Me gusta cuando los dos estamos pensando en lo mismo pero yo soy mucho más rápida que él en decirlo. Me gusta cuando me cuenta chistes, aunque sean los peores que haya podido escuchar, porque me hacen reír. Me gusta cuando le saco un dedo y él me lanza besos. Me gusta cuando bosteza y le tapo la boca corriendo. Me gusta cuando me entra el hipo y él se ríe. Me gusta cuando se ríe de mis tonterías. Me gusta apoyarme en su pecho, cerrar los párpados y abrazarle. Me gusta cuando estoy descalza y le quiero besar pero no llego. Me gusta cuando se pasea desnudo delante de mí. Me gusta cuando le muerdo y se enfada porque dice que soy una bruta. Me gusta cuando se queja de que no le hago caso e intenta llamar mi atención. Qué gracioso, después de que yo esté un buen rato reclamando la suya. Me gusta cuando escucho música y él no deja de mirar cada movimiento mío. Me gusta cuando me mira con ternura, pero mucho más cuando lo hace con lujuria. Me gusta cuando me besa por todo el cuerpo. Me gusta cuando me duermo abrazada a él. Me gusta cuando quiere escuchar el sonido de mi vida. Me gusta cuando se fía de mí, aunque no sea lo más sensato. Me gusta cuando me mira atontado esperando mi reacción.  Me gusta cuando estamos tranquilos y me cuenta cosas de él. Siempre le escucho atenta, aunque crea que no. Me gusta su culo, es suave. Me gusta cuando me enseña su parte más salvaje y ambos nos dejamos llevar por ella. Me gusta cuando se queja de que no llueve y al momento empieza a llover, es gafe. Y… Me gusta que sea siempre él mismo.

domingo, 24 de abril de 2011

Te fuiste cuando tan sólo era una niña

Hoy, día 24 de abril, hace siete años que te fuiste. Recuerdo ese día como uno de los más dolorosos de mi vida. Era temprano, aún no quería levantarme de la cama, pero oí a mis padres llorar. No sé porqué, pero sabía que te había pasado algo. No me digas cómo, pero lo supe. Tenía miedo de levantarme y afrontarme a la realidad. Aún recuerdo sus caras, sus lágrimas y sus miradas. No quería preguntar, no podía ser cierto, quería que esa corazonada se esfumara rápido y despertara de aquella tormentosa pesadilla.

"No... No puede ser cierto, por favor, mamá." Tal vez no fueran literalmente mis palabras, pero son las únicas que recuerda mi mente. Rompí a llorar. No aguantaba tanta presión dentro de mí. Te necesitaba tanto... En ese momento sólo pude pensar en una cosa, en ti y en cada uno de nuestros momentos juntas. Tú fuiste la primera en cogerme al nacer, yo no era consciente, pero tú me cuidaste. Con el paso de los años me trataste como si fuera tu hija, me criaste, me consentiste algún que otro capricho, me regañaste y me quisiste. Recuerdo cada fin de semana pasado en tu casa, esperaba toda la semana ansiosa a que llegaran esos días. Me gustaba dormir contigo, en ese tiempo me molestaban tus ronquidos y aunque parezca mentira ahora me gustaría oírlos, aunque sólo fuera una vez más. Tus manos eran suaves, cada arruga era una marca de vida. A ti aún te quedaba mucha vida por delante, más aún. Añoro tus abrazos, tus besos y tus infinitas muestras de cariño. También añoro tu terquedad, tu gracia para decir las cosas y tu encanto natural.


Abuela... No te imaginas cuánto te necesito, te añoro tanto. No estarás conmigo de cuerpo presente, pero siempre estarás en mi corazón y nunca saldrás de ahí, te lo prometo.


Te quiero.

De princesita a mujer

De pequeña me ilusionaba con los cuentos de princesas, creía que aquel mundo encantado sería el mismo que viviría cuando creciera y que yo también tendría la felicidad en la palma de mi mano. Con el paso de los años, algún que otro golpe, lágrimas y risas igualadas, sentimientos contradictorios y una dura realidad, me he dado cuenta que la vida no es como la pintan. Cada uno debe coger sus propias pinturas y crear el cuento de su vida. En él habrá días grises, nublados y con tormentas, pero también habrá días soleados. Sí, esos días en que las nubes recorren pícaras el cielo en busca de sueños. Y habrá días de luna llena donde su luz ilumine las ilusiones de las personas. La vida no será siempre de color rosa, será del color que se quiera pintar. La mía es turquesa porque soy como un mar. Me rompo como las olas contra la arena de la orilla y me pierdo entre el agua. Después de la tempestad de dichas aguas, vuelvo cargada de energía y dispuesta a parar cientos de gramos de arena a mis pies, aunque me rompa de nuevo.

miércoles, 20 de abril de 2011

When love takes over

Quiero contarte un secreto. Un secreto muy bien guardado. Un secreto especial y misterioso. No se lo cuentes a nadie, si esto se sabe, podría perderte...

Pequeños detalles que nadie más conoce de ti. Pequeñas manías que solo yo percibo. Defectos que se convierten en virtudes. Miedos que son fantasías. Sueños que se funden en uno solo. Te quieros que quedan perdidos en medio del silencio. Palabras que se las lleva el viento. Sí, te las lleva a ti. Miradas que nunca te he regalado. Besos que nunca te he dado. Abrazos que siempre te esperan. Añorarte teniéndote al lado. Controlar mis impulsos. Mentir a mis sentimientos. Negar lo evidente. Rendirme, darlo todo por perdido. Verte como algo que no eres. Mi amigo, mi mejor amigo. Si tan solo fueras eso. Eres mi debilidad, mi ilusión. Perteneces a mi esencia de vida.


Prométeme que nunca lo dirás. Prométeme que pase lo que pase, siempre estarás conmigo. Prométeme que me seguirás protegiendo. Prométeme que esto no influirá en nada. Prométeme que me quieres. Prométeme que nunca me olvidarás.


Te quiero...   ¿Cuántas veces te lo he dicho? ¿Cuántas veces me lo has dicho tú a mí? Infinitas... No podría contarlas todas. Alguien dijo alguna vez: "Quién no te enamore en tan sólo ocho horas, no te enamorará nunca". Ocho horas parecen pocas, pero contigo fueron suficientes. Conseguiste enamorarme en menos de ocho horas, ¿Imposible? No, es mágico, al igual que tú.


¡Shhh...! Acuérdate, lo prometiste :)

Nada que decir, todo por hablar

Lágrima tras lágrima, llanto tras llanto, una bonita sinfonía de tristeza. Intento reflexionar, llegar a la conclusión idónea. Mis pensamientos, todos y cada uno de ellos, están confusos; no saben a dónde ir, qué hacer o qué decir. Siento un cúmulo irrefrenable de sentimientos. Algo dentro de mi ser me atormenta constantemente, lo llamaré conciencia. El dolor es intenso, cada milésima de segundo cobra más fuerza. No se rinde, lucha por lo que quiere, me quiere a mí. Las manecillas del reloj dan vueltas y vueltas sin parar, el tiempo vuela a mis pies. Mi voz quiere hacer acto de presencia, pero no puede, tiene miedo. Noto los brazos del frio rodeando mi cuerpo, me roza, trata de atraparme. Quiero huir, irme lejos de aquí y, tal vez, dejarlo todo atrás. Pero no puedo, aún sigue viva en mí la misma pequeña niña asustadiza. Ojalá pudiera preocuparme sólo de mí, ser egoísta, más aún. Tener en mis manos una varita mágica con la cual borrar mi mente en cada mal acto cometido, aunque esto no sirviera de mucho puesto que volvería actuar igual a la primera de cambio. Me gustaría ser libre, volar alto, bien alto, más allá de las estrellas. Dejar que las ilusiones invadan mi alma por completo, emocionarme y disfrutar de ellas. Tener mi pequeño paraíso en mis manos, ser la única poseedora de él. No quiero ser como el resto de los humanos; quiero ser diferente, única.

Intento ser oportuna, decir cada cosa a su debido tiempo y de la manera más clara y precisa. Eso intento… Parece ser que sólo se queda en eso, un intento fallido. En ocasiones no puedo evitarlo, no puedo controlarme; soy como una bomba que está a punto de explotar y nada más puede hacerse, todo está firmado y sellado de antemano.


Mi carácter es poderoso, sabe que tiene fuerza y poder. Me perturba, se apodera de mí. Juega con mis sueños e ilusiones, los maltrata y hace con ellos lo que quiere. Me ignora, me humilla y, sobretodo, me odia. Mi bipolaridad le apoya, le idolatra, ambos son fieles compañeros.


Amo la idea de poder jugar con el tiempo, ser dueña y señora de él. Alterar el orden de los sucesos conforme a mi bien. Crear de los sueños una realidad. Hacer posible lo imposible. Luchar sin sufrir. Llorar sin derramar una sola lágrima. Brillar sin ser estrella. Gritar sin tener voz. Revivir cada momento importante de mi vida en un montón de diapositivas nacidas de mi corazón. Coger un bote gigante de palomitas y volver a ver mi vida, pero desde otro punto de vista, no el mío. Rebobinar, parar, observar y reanudar la película.

Mi final

Es duro pensar en mi final, aún no está sellado o firmado, pero si está escrito; moriré. La manera, no la sé. Me asusta la idea de pensar en la muerte y sobre todo la mía. Ese día todo quedará olvidado, ya nada volverá a ser lo que era antes. Dejaré de existir, me convertiré en materia inmóvil e inerte. Ese día llegará, tarde o temprano, lo sé. Me niego a asumirlo, el pánico se apodera de mí cuando pienso en ello. Sí, tengo miedo. Soy una niña metida en el cuerpo de una adolescente. No conozco la sensación que produce el dejar de estar vivo, pero puedo llegar a imaginármela… 

Mi último halo de vida se escapará en un suspiro rápido y lento. El tiempo se parará ante mí, el orden de los factores se alterará. Mi cuerpo perderá su calor, cada poro de mi piel desprenderá mi esencia de vida. Mis cuerdas vocales no servirán de mucho, se apagarán para siempre. Mi voz, mi dulce voz, se extinguirá. Las estrellas que habitan en mis ojos se irán, perderán su brillo, su luz natural. El frío, esa extraña y acogedora sensación que hace estremecer a tus músculos más recónditos. Volará lejos y sin miedo, mi alma. Emprenderé un largo viaje del cual se verá el principio, pero no el final. Llamémosle sueño perpetuo, Morfeo me balanceará entre sus dulces brazos. Un viaje sin retorno. Mis ojos no verán nada teniéndolo todo ante sí. Tendré miedo… Las lágrimas nacerán desde mi corazón y llegarán a mi rostro sin tener piedad ninguna. Oscuridad y soledad, a eso me enfrentaré. Poco a poco todo se apagará: los colores perderán su colorido, los olores no olerán, los sentimientos morirán, los recuerdos se perderán en el pasado y todo, sin excepciones, quedará atrás.

Mi luz

Tenía miedo, estaba sola. Sólo la luna me acompañaba. Era preciosa, sin igual. Me senté en el suelo, acerqué mis piernas al pecho y observé el cielo estrellado. Las estrellas brillaban más que cualquier otro día, estaban vestidas de gala, esperaban algo o alguien. Mi mirada se perdía entre su grandiosa magia. Miraba su halo con admiración. Respiraba, dejaba entrar cada pequeña partícula de oxígeno en mis pulmones. Cerraba los ojos y recordaba, no dejaba de hacerlo. Mi corazón estaba dolorido, aún no había conseguido recuperarse de tanto sufrimiento. Mis labios habían perdido su movilidad, ya no querían sonreír. Mis ilusiones yacían en el suelo a mi lado. Daban gritos de compasión en medio de la nada. Nadie les oía, eran ignorados por todos los seres de esta maldita y recóndita tierra. Sólo él quiso oírme.

Muerta en vida, así estaba. Mi alma dejó mi cuerpo hace ya tiempo. Estaba hundida, me sentía vacía. Gritaba en silencio. Suplicaba clemencia. Quería volver a ser esa niña con ilusiones de adulta. Sentir en cada poro de mi piel mil y una sensaciones. Conocer el amor...


Al final del túnel, cuando ya no hay ni un mísero rayo de luz y la esperanza huye corriendo, lo das todo por perdido. Pero no es así... Una pequeña luz cobra fuerza y se hace notar. Te envuelve entera, te hace revivir viejos sentimientos. Te devuelve la vida. Él lo hizo, me protegió. Nuestras historias se fundieron en una sola, la nuestra.

domingo, 13 de marzo de 2011

Hurricane

Después de tantos meses no sé cómo empezar a escribir. Lo que antes me parecía tan sencillo ahora se me atraganta. No sé porqué comencé a escribir, puede que naciera con ello, un simple instinto más que se desarrolló cuando más lo necesitaba. Hice uso de él todo lo que pude y más. Era mi vida, una de las razones por las que debía seguir luchando. Y ahora… Ahora no es ni una vía de escape a la que recurrir cuando peor estoy. Ni siquiera puedo escribir cuando soy feliz. 

Podría decir muchas cosas de mí o callármelo todo y dejar que hablen mis silencios. Podría decirte las cosas que nunca te conté o las que jamás te contaré. Podría vestirme con aquella sonrisa que guardo con cariño en el fondo de mi armario o con aquellos abrazos que me esperan en el primer cajón de mi mesilla. Podría llorar y ahogarme en mis lágrimas o saltar y reírme de todo. Podría contar los kilómetros que nos separan o recorrerlos uno a uno con la mente. Podría bailar en mi habitación o cantar bajo la lluvia. Podría decir que no te quiero y con ello mentirte. Podría escuchar canciones que me recuerden a ti o escuchar los silencios que me atormentan. Podría seguir escribiendo y con ello no decir nada. Podría vivir sin tener vida. Podría morir sin estar muerta. Pero lo que nunca podré es mentirme a mí misma.

sábado, 19 de febrero de 2011

All I need is you

Siempre he creído que las historias de amor sólo sucedían en los libros y las películas, siempre hasta que fui la protagonista de una de ellas...

Cada día se repetía la misma escena, cansada ya de mí monótona vida decidí tomarme el día libre y hacer lo que más me apeteciera. Starbucks hacía días que rondaba por mi cabeza, había oído hablar bien de él y tenía curiosidad por probar uno de aquellos famosos cafés.
Me acerqué al más próximo y me entusiasmé. El exterior era precioso, no podía imaginarme cómo sería el interior. Me moría de ganas por verlo, así que no me hice de rogar más.
Eran las diez de la mañana y estaba casi vacío. Había una pareja, un hombre embaucado por su libro y una anciana disfrutando de su té. Me sentía a gusto allí, tenía algo que me resultaba familiar. Los demás parecían sentir lo mismo.

Miré la lista de cafés. Los había de todos los tipos, sabores y olores. No sabía por cuál decidirme. Frío o caliente. El de siempre o una receta nueva. Todos me gustaban, pero uno sólo llamó mi atención.
- Buenos días, ¿Qué le apetece?
- Buenos días, un Mocca Frappuccino.

Esperé distraída escuchando música en mi asiento. A los pocos minutos apareció la camarera con mi café y una pequeña nota en las manos.
- ¿Sandra?
- ¿Sí? ¿Cómo sabe mi nombre?
- Tenga, su café y esta nota hace días que la espera- Dijo sonriéndome.
"Allí donde el cielo se junta con el mar y la luna juega traviesa con el sol, allí te esperaré".
No entendía nada, no sabía quién habría dejado esa nota para mí ni tampoco entendía el acertijo. Cada palabra retumbaba en mi mente, jugaba con ella e intentaba hacerme pensar. Lo repetí una vez más en voz baja...
- ¡La playa! Allí se encuentran la luna y el sol cada atardecer- Grité eufórica aunque mi voz fue apagándose. Las personas que se encontraban a mí alrededor habían estado observándome y se reían alegres. Pensarían que estaba loca y seguramente no estarían equivocados.
La playa estaba cerca, la chica había dicho que la nota me esperaba desde hacía días, así que corrí intentando llegar cuanto antes.
Llegué rápido, miré para un lado y para otro, pero no había nadie. Me quité los zapatos y caminé por la arena. Cada grano rozaba mi piel con cariño. Me senté y respiré profundo. El corazón me iba a estallar, cada latido era más fuerte y más rápido que el anterior. De repente sentí unas manos tapando mi rostro.
- "And I don’t know how I can do without, I just need you now..."
Era nuestra canción... tenía que ser un bonito sueño del que no me gustaría despertarme.
- ... ¿Cristian?
- Sí, pequeña- Dijo mientras me abrazaba fuerte.
Sentía sus manos rozando mi pelo, recorriendo mi cuerpo y su mirada fija en mí. El roce de sus labios con los míos me hizo ver que era real, que él estaba a mi lado y nunca más volvería a irse.
Y justo en ese instante, cuando la luna y el sol se encuentran, el tiempo se para.

viernes, 18 de febrero de 2011

Heartbreak

Aún sigo oyendo tu voz al despertarme cada mañana, creo que sigo soñando y no permito a mis párpados que se abran. Y sin quererlo me emociono de nuevo. Hace tiempo que ya no estás en mi vida, pero tu recuerdo sigue vivo. Podría romper todas las canciones que me escribiste, borrar tus fotos, tirar lo que me diste y hacer como si nunca hubieras existido. Lo haría si pudiera, aunque nunca podré engañarme a mí misma. No quiero tener más miedos, quiero enfrentarme a la realidad, asumir que nunca estarás a mi lado. No quiero oír más escusas ni lamentos, no más promesas ni perdones, ni tampoco un "te quiero" pero no puedo.

Mi disco duro aún está procesando, sintiendo y alimentándose de la poca energía que llega hasta él. La información recorre cada parte de su mecanismo y se sitúa en un punto clave: su corazón. A él llegan virus, troyanos, serpientes… Incluso sádicos luchadores. Su protección está desactivada y ni se inmuta.
¿Qué es más cruel, perder la memoria o recordarlo todo?

jueves, 6 de enero de 2011

Dime que me amas y seré libre

Miró el marco de la puerta y se fijó en la inscripción que había en ella, ésta ponía: Te quiero. Su rostro se llenó de felicidad y sonrió con entusiasmo. Abrió la puerta y entró en casa. Dejó las llaves en el mueble de la entrada y subió a su habitación. Se quitó la ropa y se puso cómoda. Soltó la goma que retenía su larga melena, la liberó. Dirigió la vista hacia los grandes ventanales de la habitación y contempló el bonito paisaje. De fondo se escuchaba la música que provenía del viejo tocadiscos del salón. Se giró y le vio. Le observaba en silencio impaciente acomodado en esa silla que tanto le gustaba. Le miraba con una mirada sincera y llena de cariño. Ambos sonrieron. Ella se acercó a él y le dio un suave beso en los labios. Él la correspondió con otro y la agarró con delicadeza de la cintura.

- Ven… Levántate- Dijo ella mientras le tendía su mano.

- Ya lo he visto… No he podido resistirlo, ¿Me perdonas?- Agachó la cabeza avergonzado.

- Tontorrón… No tengo que perdonarte nada, tú siempre estás perdonado. Pero no se puede ser tan curioso- Su risa sonó en toda la casa y pronto se unió la de él, ambas fundiéndose en una sola.

- Me ha encantado, casi tanto como tú- Se acercó más a ella y la abrazó.

- Quería que fuera algo especial, son todas nuestras frases. ¿Qué mejor lugar que en las paredes escritas? Así las podemos ver siempre- Apoyó la cabeza en el hombro de él y la levantó despacio para mirarle a los ojos.

- Eres perfecta… Te amo.

Sus labios se entrelazaron en un bonito y fogoso beso. Se tumbaron con suavidad en la cama y se abrazaron. Permanecieron en silencio durante un par de segundos, no necesitaban decir nada, se tenían el uno al otro. Se miraban, se sonreían, se perdían entre miles de sentimientos, de besos y caricias. Cientos de mariposas revoloteaban dentro de sus cuerpos, las dejaban ser libres y volar sin temor hasta nunca jamás.
Él le acariciaba el rostro con cariño y sus manos se perdían entre su pelo. Su mirada estaba fija en la de ella. Leía sus ojos y los escuchaba. Le dio un dulce beso en la frente. La abrazó con ternura y le regalo una sonrisa.

- Soy tuyo… - Le susurró al oído.

Ella le besó con más efusividad que antes, se dejó llevar por sus sentimientos. Sabía lo que quería y ahora que lo tenía no lo dejaría escapar. Se puso encima de él con sutileza y le besó. Dejo salir a su lado más salvaje, aquel tan escondido que pedía gritos de auxilio en su interior. Quería ser oído y él era el único que lo escucharía. La música seguía sonando, eran todas sus canciones, la banda sonora de sus vidas. Sus deseos más anhelados se veían al fin recompensados. Una sola palabra se hacía notar entre todas las demás, altruismo. Ésa que estaba escrita en una de las paredes.

Ella deslizó su mano por el torso de él, levantó la camiseta y lo vio. Era su nombre, había cumplido su promesa.

- Lo has hecho… Te has tatuado mi nombre…- Dijo sorprendida.

- Sí… Te dije que lo haría. Siempre es siempre- Su sonrisa era mucho más grande que las anteriores.

- Mira… Yo también tengo algo para ti- Acercó la mano de él a su cadera- ¿Te gusta?

- Me encanta…  Es mi nombre… Eres increíble- Su emoción crecía por momentos.

- Quiero tenerte siempre conmigo, te necesito.

Apoyó la cabeza en el pecho de él y escuchó ese sonido que tanto le gustaba, el latido de su corazón. Así pasaron las horas, en silencio observándose y compartiendo muestras de cariño. Oyendo los frenéticos latidos de sus corazones hasta quedarse dormidos abrazados  con ese dulce sonido.

Huyamos

El viento moldeó su afable silueta y jugó con su cabello mientras miraba al horizonte. Sonreía para sí y recordaba tiempos pasados. Recuerdos jamás vividos azotaban su mente con violencia, la torturaban. Una fina lágrima recorría su rostro y se deslizaba por su cuello. Cerró los ojos y dejó que el aire entrara en sus pulmones, que los rozara con delicadeza y después volviera a salir. Se dejó perder en medio de la nada, quiso echar a volar y huir lejos, muy lejos.

Una mano se posó en su hombro, la abrazó por detrás y le dio un beso en la mejilla. Ella se estremeció entera y no supo qué decir. Le devolvió el abrazo y le dio un suave beso en los labios. Los besó, los mordió y los rozó con las llevas de sus dedos con cariño. Le sonrió y le miró fijamente a los ojos. Se perdió en el mar de sus ojos, el cual era surcado por aguas verdosas y dulces como la miel.

- Llevo tanto tiempo esperando este momento… Te necesitaba- Dijo él entre sollozos mudos.

- Quiero estar contigo siempre. ¿Me escuchas? Siempre… - Le miraba seria, pero seguía manteniendo esa mirada inocente que a él tanto le gustaba.

Se fundieron en uno sólo, bailaron al son de un mismo unísono y se besaron. Ella apoyó la cabeza en su pecho y escuchó el ritmo desenfrenado del corazón de él. Cogió su mano y la acerco a su pecho. Él se sorprendió, pero siguió las indicaciones de ella.

- ¿Lo notas?

- Sí…- Podía notar sus latidos.

- Late gracias a ti, tú le has devuelto la vida- Le sonrió con más intensidad que antes.

- Gracias… Por regalarme momentos como este, gracias por ser tú.

La felicidad inundó por completo sus rostros, se apoderó de ellos y se olvidaron de sus males. No estaban solos, se tenían el uno al otro y eso era lo más preciado que podrían tener. Ella parecía pensativa, parecía estar en otra realidad paralela a ésta. Él lo notó y la abrazó con más fuerza, le levantó el rostro y la miró a los ojos.

- ¿En qué piensas?- Le dijo preocupado.

- Vayámonos… Huyamos- Dijo firme y segura sin perder ese toque divertido que la caracterizaba.

- ¿A dónde quieres ir?

- Quiero ir a 'Nunca Jamás'… Allí donde el sol da caricias cada mañana. Donde los días pasan a nuestro ritmo y no al revés. Donde la muerte llega paciente y sin prisa. Donde los sueños se cumplen. Donde los besos saben a fresa ácida y los abrazos huelen a mora. Donde un “te quiero” sea costumbre. Donde sólo existamos tu  y yo, un “nosotros”  ¿Vienes conmigo?- Preguntó ella temerosa.

- Contigo iría hasta el fin del mundo… Y más allá.

Lamentos

Llueve. El frío congela mis huesos. Descalza. Me siento en el suelo. Sudadera gigante y shorts. Cierro los párpados. Dejo que la música entre en mis oídos. Mi mente la acoge. Lloro. Le añoro. Le quiero. Me miento a mí misma. Me prometo que no lo volveré a hacer más. Lucho contra mis propios demonios. Me ganan. Se ríen de mí. Y lloro más. Más fuerte que antes, mucho más. Me ilusiono como una niña. Es lo que soy. Una niña que juega a ser mayor. Sueños. Recuerdos. Delirios. Tormentos. Se ha ido. No me quiere. Sola. Frío, mucho más frío. Grito. No me escucha nadie. Grito en silencio. Mi voz se apaga. Mi alma está furiosa. Tiene miedo. Se esconde. Es pequeña. Tímida. Calambres. El oxígeno cesa. Remordimientos. Temores. Suspiros. Nada. Yo sola y nada más.