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domingo, 25 de septiembre de 2011

Es mejor pedir perdón que permiso

Las palabras que más duelen son dichas por las personas que realmente quieres. Aquellas que suenan mal y se asimilan peor. Las que son escuchadas en tu mente y recordadas por aquel músculo que dicen que siente, el corazón. Te contaré las cosas que nunca te conté o aquellas que te repetí mil veces y tal vez no recuerdes.

Tengo carácter, muchísimo, y me suelo enfadar por tonterías. Soy orgullosa y cabezota, cuando se me mete algo en la cabeza no paro hasta conseguirlo. Siempre estoy a la defensiva, no confio en la gente. Digo cosas que no siento y después me da miedo pedir perdón. Parezco atrevida pero soy muy tímida. Me da miedo la muerte y quedarme sola. Me encanta reirme aunque muchas veces termino llorando. Tengo miedo de enamorarme porque no me suele salir bien. Cuando una persona me importa lo doy todo por ella. Soy gritona y enfadona. A veces parece que tengo un carácter bipolar. Soy indecisa, no sé si hacer esto o aquello. Soy desordenada, no sé dónde lo dejo todo. Nunca llego pronto a los sitios, ni aunque me prepare una hora antes. A todas horas necesito la música. Me calma escribir, con ello me desahogo. Soy una niñata que juega a ser mayor. Cuando me dicen algo que sé que es verdad y me duele trato de huir. Me gusta nadar y perderme entre las gotas de agua. Cuando me ducho me quedo quieta debajo del agua y me pregunto cosas que tal vez nunca más vuelva a preguntarme. Soy reservada, no me gusta hablar de mí, prefiero escuchar a los demás. Soy observadora y me suelo fijar en los detalles, aunque a veces algunos se me pasan. Soy sensible, no me gusta mostrar esa parte de mí. Soy solitaria, necesito mis pequeños grandes momentos. De pequeña pintaba en las libretas lo que quería ser de mayor, me imaginaba totalmente distinta a como ahora soy. No soy amiga de los zapatos, me gusta ir descalza, esté donde esté. Suelo hacer tonterías sin pensar en las consecuencias. Me dejo llevar por el momento sin pensar en el futuro. Me como mucho la cabeza por lo que considero importante. Soy habladora cuando me siento cómoda con la otra persona. No me gusta atarme a los sitios ni a las personas, aunque siempre termino haciéndolo. Me gusta bailar, tal vez sea porque lo llevo en los genes, eso dicen. Soy sincera, o procuro serlo. Mi familia es uno de los grandes pilares de mi vida, junto con mis amistades. Cualquiera no es importante para mí, sólo aquellos que me han demostrado las cosas con hechos y no con palabras. Siempre me infravaloro. Me encantan los libros, de pequeña me acostumbraron a leer y ahora los idolatro. Soy apasionada, cuando digo algo es porque en verdad lo siento e intento demostrarlo. Soy una llorona, aunque me joda reconocerlo. Sueño despierta y soy una ilusa sin querer serlo. Vivo de ilusiones en mi pequeño mundo. Odio que me llamen Adrianita. Hay veces que me siento en un rincón de mi cuarto, cerca de la ventana y miro las estrellas. Pienso en aquellos que ya no están, en mis tíos, en mi abuela, en Javi, en David. Aquellos que nunca más volverán a estar y que nunca olvidaré. Aunque no quiera, siempre termino haciendo daño a la gente que más me importa y quiero. De pequeña siempre estaba con mi padre y él me decía acertijos, me leía libros y jugaba conmigo.

En resumen... ¿Por qué he escrito esto? La verdad, no lo sé. Sólo sé que algo me ha hecho reaccionar, tal vez haya sido él y sus palabras, aquellas que me han dolido tanto. Sé cómo soy y cómo no soy. Hay veces que me gustaría coger un globo terráqueo, cerrar los ojos y marcar un destino al azar con el dedo. Y al momento estar allí, como si fuera por arte de magia. Dejarme perder por ahí, sola...

 

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