- Cariño, ¿Por qué no compramos un castillo para vivir como reyes?

+ No, mejor compramos un manicomio y follamos como locos.

jueves, 6 de enero de 2011

Huyamos

El viento moldeó su afable silueta y jugó con su cabello mientras miraba al horizonte. Sonreía para sí y recordaba tiempos pasados. Recuerdos jamás vividos azotaban su mente con violencia, la torturaban. Una fina lágrima recorría su rostro y se deslizaba por su cuello. Cerró los ojos y dejó que el aire entrara en sus pulmones, que los rozara con delicadeza y después volviera a salir. Se dejó perder en medio de la nada, quiso echar a volar y huir lejos, muy lejos.

Una mano se posó en su hombro, la abrazó por detrás y le dio un beso en la mejilla. Ella se estremeció entera y no supo qué decir. Le devolvió el abrazo y le dio un suave beso en los labios. Los besó, los mordió y los rozó con las llevas de sus dedos con cariño. Le sonrió y le miró fijamente a los ojos. Se perdió en el mar de sus ojos, el cual era surcado por aguas verdosas y dulces como la miel.

- Llevo tanto tiempo esperando este momento… Te necesitaba- Dijo él entre sollozos mudos.

- Quiero estar contigo siempre. ¿Me escuchas? Siempre… - Le miraba seria, pero seguía manteniendo esa mirada inocente que a él tanto le gustaba.

Se fundieron en uno sólo, bailaron al son de un mismo unísono y se besaron. Ella apoyó la cabeza en su pecho y escuchó el ritmo desenfrenado del corazón de él. Cogió su mano y la acerco a su pecho. Él se sorprendió, pero siguió las indicaciones de ella.

- ¿Lo notas?

- Sí…- Podía notar sus latidos.

- Late gracias a ti, tú le has devuelto la vida- Le sonrió con más intensidad que antes.

- Gracias… Por regalarme momentos como este, gracias por ser tú.

La felicidad inundó por completo sus rostros, se apoderó de ellos y se olvidaron de sus males. No estaban solos, se tenían el uno al otro y eso era lo más preciado que podrían tener. Ella parecía pensativa, parecía estar en otra realidad paralela a ésta. Él lo notó y la abrazó con más fuerza, le levantó el rostro y la miró a los ojos.

- ¿En qué piensas?- Le dijo preocupado.

- Vayámonos… Huyamos- Dijo firme y segura sin perder ese toque divertido que la caracterizaba.

- ¿A dónde quieres ir?

- Quiero ir a 'Nunca Jamás'… Allí donde el sol da caricias cada mañana. Donde los días pasan a nuestro ritmo y no al revés. Donde la muerte llega paciente y sin prisa. Donde los sueños se cumplen. Donde los besos saben a fresa ácida y los abrazos huelen a mora. Donde un “te quiero” sea costumbre. Donde sólo existamos tu  y yo, un “nosotros”  ¿Vienes conmigo?- Preguntó ella temerosa.

- Contigo iría hasta el fin del mundo… Y más allá.

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