- Cariño, ¿Por qué no compramos un castillo para vivir como reyes?

+ No, mejor compramos un manicomio y follamos como locos.

domingo, 24 de abril de 2011

Te fuiste cuando tan sólo era una niña

Hoy, día 24 de abril, hace siete años que te fuiste. Recuerdo ese día como uno de los más dolorosos de mi vida. Era temprano, aún no quería levantarme de la cama, pero oí a mis padres llorar. No sé porqué, pero sabía que te había pasado algo. No me digas cómo, pero lo supe. Tenía miedo de levantarme y afrontarme a la realidad. Aún recuerdo sus caras, sus lágrimas y sus miradas. No quería preguntar, no podía ser cierto, quería que esa corazonada se esfumara rápido y despertara de aquella tormentosa pesadilla.

"No... No puede ser cierto, por favor, mamá." Tal vez no fueran literalmente mis palabras, pero son las únicas que recuerda mi mente. Rompí a llorar. No aguantaba tanta presión dentro de mí. Te necesitaba tanto... En ese momento sólo pude pensar en una cosa, en ti y en cada uno de nuestros momentos juntas. Tú fuiste la primera en cogerme al nacer, yo no era consciente, pero tú me cuidaste. Con el paso de los años me trataste como si fuera tu hija, me criaste, me consentiste algún que otro capricho, me regañaste y me quisiste. Recuerdo cada fin de semana pasado en tu casa, esperaba toda la semana ansiosa a que llegaran esos días. Me gustaba dormir contigo, en ese tiempo me molestaban tus ronquidos y aunque parezca mentira ahora me gustaría oírlos, aunque sólo fuera una vez más. Tus manos eran suaves, cada arruga era una marca de vida. A ti aún te quedaba mucha vida por delante, más aún. Añoro tus abrazos, tus besos y tus infinitas muestras de cariño. También añoro tu terquedad, tu gracia para decir las cosas y tu encanto natural.


Abuela... No te imaginas cuánto te necesito, te añoro tanto. No estarás conmigo de cuerpo presente, pero siempre estarás en mi corazón y nunca saldrás de ahí, te lo prometo.


Te quiero.

De princesita a mujer

De pequeña me ilusionaba con los cuentos de princesas, creía que aquel mundo encantado sería el mismo que viviría cuando creciera y que yo también tendría la felicidad en la palma de mi mano. Con el paso de los años, algún que otro golpe, lágrimas y risas igualadas, sentimientos contradictorios y una dura realidad, me he dado cuenta que la vida no es como la pintan. Cada uno debe coger sus propias pinturas y crear el cuento de su vida. En él habrá días grises, nublados y con tormentas, pero también habrá días soleados. Sí, esos días en que las nubes recorren pícaras el cielo en busca de sueños. Y habrá días de luna llena donde su luz ilumine las ilusiones de las personas. La vida no será siempre de color rosa, será del color que se quiera pintar. La mía es turquesa porque soy como un mar. Me rompo como las olas contra la arena de la orilla y me pierdo entre el agua. Después de la tempestad de dichas aguas, vuelvo cargada de energía y dispuesta a parar cientos de gramos de arena a mis pies, aunque me rompa de nuevo.

miércoles, 20 de abril de 2011

When love takes over

Quiero contarte un secreto. Un secreto muy bien guardado. Un secreto especial y misterioso. No se lo cuentes a nadie, si esto se sabe, podría perderte...

Pequeños detalles que nadie más conoce de ti. Pequeñas manías que solo yo percibo. Defectos que se convierten en virtudes. Miedos que son fantasías. Sueños que se funden en uno solo. Te quieros que quedan perdidos en medio del silencio. Palabras que se las lleva el viento. Sí, te las lleva a ti. Miradas que nunca te he regalado. Besos que nunca te he dado. Abrazos que siempre te esperan. Añorarte teniéndote al lado. Controlar mis impulsos. Mentir a mis sentimientos. Negar lo evidente. Rendirme, darlo todo por perdido. Verte como algo que no eres. Mi amigo, mi mejor amigo. Si tan solo fueras eso. Eres mi debilidad, mi ilusión. Perteneces a mi esencia de vida.


Prométeme que nunca lo dirás. Prométeme que pase lo que pase, siempre estarás conmigo. Prométeme que me seguirás protegiendo. Prométeme que esto no influirá en nada. Prométeme que me quieres. Prométeme que nunca me olvidarás.


Te quiero...   ¿Cuántas veces te lo he dicho? ¿Cuántas veces me lo has dicho tú a mí? Infinitas... No podría contarlas todas. Alguien dijo alguna vez: "Quién no te enamore en tan sólo ocho horas, no te enamorará nunca". Ocho horas parecen pocas, pero contigo fueron suficientes. Conseguiste enamorarme en menos de ocho horas, ¿Imposible? No, es mágico, al igual que tú.


¡Shhh...! Acuérdate, lo prometiste :)

Nada que decir, todo por hablar

Lágrima tras lágrima, llanto tras llanto, una bonita sinfonía de tristeza. Intento reflexionar, llegar a la conclusión idónea. Mis pensamientos, todos y cada uno de ellos, están confusos; no saben a dónde ir, qué hacer o qué decir. Siento un cúmulo irrefrenable de sentimientos. Algo dentro de mi ser me atormenta constantemente, lo llamaré conciencia. El dolor es intenso, cada milésima de segundo cobra más fuerza. No se rinde, lucha por lo que quiere, me quiere a mí. Las manecillas del reloj dan vueltas y vueltas sin parar, el tiempo vuela a mis pies. Mi voz quiere hacer acto de presencia, pero no puede, tiene miedo. Noto los brazos del frio rodeando mi cuerpo, me roza, trata de atraparme. Quiero huir, irme lejos de aquí y, tal vez, dejarlo todo atrás. Pero no puedo, aún sigue viva en mí la misma pequeña niña asustadiza. Ojalá pudiera preocuparme sólo de mí, ser egoísta, más aún. Tener en mis manos una varita mágica con la cual borrar mi mente en cada mal acto cometido, aunque esto no sirviera de mucho puesto que volvería actuar igual a la primera de cambio. Me gustaría ser libre, volar alto, bien alto, más allá de las estrellas. Dejar que las ilusiones invadan mi alma por completo, emocionarme y disfrutar de ellas. Tener mi pequeño paraíso en mis manos, ser la única poseedora de él. No quiero ser como el resto de los humanos; quiero ser diferente, única.

Intento ser oportuna, decir cada cosa a su debido tiempo y de la manera más clara y precisa. Eso intento… Parece ser que sólo se queda en eso, un intento fallido. En ocasiones no puedo evitarlo, no puedo controlarme; soy como una bomba que está a punto de explotar y nada más puede hacerse, todo está firmado y sellado de antemano.


Mi carácter es poderoso, sabe que tiene fuerza y poder. Me perturba, se apodera de mí. Juega con mis sueños e ilusiones, los maltrata y hace con ellos lo que quiere. Me ignora, me humilla y, sobretodo, me odia. Mi bipolaridad le apoya, le idolatra, ambos son fieles compañeros.


Amo la idea de poder jugar con el tiempo, ser dueña y señora de él. Alterar el orden de los sucesos conforme a mi bien. Crear de los sueños una realidad. Hacer posible lo imposible. Luchar sin sufrir. Llorar sin derramar una sola lágrima. Brillar sin ser estrella. Gritar sin tener voz. Revivir cada momento importante de mi vida en un montón de diapositivas nacidas de mi corazón. Coger un bote gigante de palomitas y volver a ver mi vida, pero desde otro punto de vista, no el mío. Rebobinar, parar, observar y reanudar la película.

Mi final

Es duro pensar en mi final, aún no está sellado o firmado, pero si está escrito; moriré. La manera, no la sé. Me asusta la idea de pensar en la muerte y sobre todo la mía. Ese día todo quedará olvidado, ya nada volverá a ser lo que era antes. Dejaré de existir, me convertiré en materia inmóvil e inerte. Ese día llegará, tarde o temprano, lo sé. Me niego a asumirlo, el pánico se apodera de mí cuando pienso en ello. Sí, tengo miedo. Soy una niña metida en el cuerpo de una adolescente. No conozco la sensación que produce el dejar de estar vivo, pero puedo llegar a imaginármela… 

Mi último halo de vida se escapará en un suspiro rápido y lento. El tiempo se parará ante mí, el orden de los factores se alterará. Mi cuerpo perderá su calor, cada poro de mi piel desprenderá mi esencia de vida. Mis cuerdas vocales no servirán de mucho, se apagarán para siempre. Mi voz, mi dulce voz, se extinguirá. Las estrellas que habitan en mis ojos se irán, perderán su brillo, su luz natural. El frío, esa extraña y acogedora sensación que hace estremecer a tus músculos más recónditos. Volará lejos y sin miedo, mi alma. Emprenderé un largo viaje del cual se verá el principio, pero no el final. Llamémosle sueño perpetuo, Morfeo me balanceará entre sus dulces brazos. Un viaje sin retorno. Mis ojos no verán nada teniéndolo todo ante sí. Tendré miedo… Las lágrimas nacerán desde mi corazón y llegarán a mi rostro sin tener piedad ninguna. Oscuridad y soledad, a eso me enfrentaré. Poco a poco todo se apagará: los colores perderán su colorido, los olores no olerán, los sentimientos morirán, los recuerdos se perderán en el pasado y todo, sin excepciones, quedará atrás.

Mi luz

Tenía miedo, estaba sola. Sólo la luna me acompañaba. Era preciosa, sin igual. Me senté en el suelo, acerqué mis piernas al pecho y observé el cielo estrellado. Las estrellas brillaban más que cualquier otro día, estaban vestidas de gala, esperaban algo o alguien. Mi mirada se perdía entre su grandiosa magia. Miraba su halo con admiración. Respiraba, dejaba entrar cada pequeña partícula de oxígeno en mis pulmones. Cerraba los ojos y recordaba, no dejaba de hacerlo. Mi corazón estaba dolorido, aún no había conseguido recuperarse de tanto sufrimiento. Mis labios habían perdido su movilidad, ya no querían sonreír. Mis ilusiones yacían en el suelo a mi lado. Daban gritos de compasión en medio de la nada. Nadie les oía, eran ignorados por todos los seres de esta maldita y recóndita tierra. Sólo él quiso oírme.

Muerta en vida, así estaba. Mi alma dejó mi cuerpo hace ya tiempo. Estaba hundida, me sentía vacía. Gritaba en silencio. Suplicaba clemencia. Quería volver a ser esa niña con ilusiones de adulta. Sentir en cada poro de mi piel mil y una sensaciones. Conocer el amor...


Al final del túnel, cuando ya no hay ni un mísero rayo de luz y la esperanza huye corriendo, lo das todo por perdido. Pero no es así... Una pequeña luz cobra fuerza y se hace notar. Te envuelve entera, te hace revivir viejos sentimientos. Te devuelve la vida. Él lo hizo, me protegió. Nuestras historias se fundieron en una sola, la nuestra.