Hoy, día 24 de abril, hace siete años que te fuiste. Recuerdo ese día como uno de los más dolorosos de mi vida. Era temprano, aún no quería levantarme de la cama, pero oí a mis padres llorar. No sé porqué, pero sabía que te había pasado algo. No me digas cómo, pero lo supe. Tenía miedo de levantarme y afrontarme a la realidad. Aún recuerdo sus caras, sus lágrimas y sus miradas. No quería preguntar, no podía ser cierto, quería que esa corazonada se esfumara rápido y despertara de aquella tormentosa pesadilla.
"No... No puede ser cierto, por favor, mamá." Tal vez no fueran literalmente mis palabras, pero son las únicas que recuerda mi mente. Rompí a llorar. No aguantaba tanta presión dentro de mí. Te necesitaba tanto... En ese momento sólo pude pensar en una cosa, en ti y en cada uno de nuestros momentos juntas. Tú fuiste la primera en cogerme al nacer, yo no era consciente, pero tú me cuidaste. Con el paso de los años me trataste como si fuera tu hija, me criaste, me consentiste algún que otro capricho, me regañaste y me quisiste. Recuerdo cada fin de semana pasado en tu casa, esperaba toda la semana ansiosa a que llegaran esos días. Me gustaba dormir contigo, en ese tiempo me molestaban tus ronquidos y aunque parezca mentira ahora me gustaría oírlos, aunque sólo fuera una vez más. Tus manos eran suaves, cada arruga era una marca de vida. A ti aún te quedaba mucha vida por delante, más aún. Añoro tus abrazos, tus besos y tus infinitas muestras de cariño. También añoro tu terquedad, tu gracia para decir las cosas y tu encanto natural.
Abuela... No te imaginas cuánto te necesito, te añoro tanto. No estarás conmigo de cuerpo presente, pero siempre estarás en mi corazón y nunca saldrás de ahí, te lo prometo.
Te quiero.
- Cariño, ¿Por qué no compramos un castillo para vivir como reyes?
+ No, mejor compramos un manicomio y follamos como locos.
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