Oscuridad, fría y dolorosa. Me cuesta respirar, mi aliento está seco. Tengo calor, mi cuerpo arde en deseos y ninguno de ellos es escuchado. Cada latido es como el más cruel de los castigos. Estoy nerviosa, mi corazón tiene exceso de velocidad. Camina por sí solo, quiere correr cuando aún no sabe ni gatear. Tiene miedo, lo noto. Es increíble, aún así no se rinde. Crea su propia coraza y sigue luchando, es valiente, más que yo. Se apodera de mí y de mis sentimientos, juega con ellos. Sabe lo que quiero, pero sabe también como yo que no es posible. Me grita, está fuera de sí. Me pide que no me rinda, que pelee por lo que deseo. Me recuerda que nada es imposible, sólo es imposible si de verdad crees que lo es. Me dice que estoy loca, mas yo le contesto que las mejores personas lo están. No sabe qué decir, se deja caer derrotado. Le imito, pues estoy cansada de tanto sufrir. Me mira esperanzado, le miro asustada. Los dos sabemos cuál es la solución, pero no me atrevo.
- Nunca volverá…
- Él dijo siempre, y siempre será.
- No, no es cierto.
- Él dijo siempre, y siempre será.
- No, no es cierto.
- Mi niña bonita, no tengas miedo… Él siempre estará contigo, aunque tú no lo veas. Pues siempre estará en tu corazón, allí donde sólo él es el dueño de un tesoro tan valioso.
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