Gritos, más gritos, y pasos se oyen tras de mí. Le doy al play, la música suena de fondo. Sollozos ahogados en medio del silencio acompañan esta triste melodía. Cierro los ojos, dejo volar mi imaginación. Me duermo, vuelvo a mi mundo encantado. Aquel que cada noche me recibe con los brazos abiertos y me balanceaba entre ellos. Sonrío, sólo aquí puedo hacerlo. Olvido mis lágrimas en un oscuro rincón. Suelto mi larga melena y respiro, profundo y lento. Miro a la derecha, miro a la izquierda; no encuentro nada. Estoy sola. Oigo mi voz en lo más profundo de mis entrañas. Me río, alto y fuerte, sin vergüenza. Me agarro de los pelos y tiro de ellos. Grito, no dejo de hacerlo. Lloro, me baño en un mar de lágrimas. El corazón late por sí solo. Intenta ganar esta última carrera. Agacho la cabeza y me encojo. Miles de imágenes pasan rápido ante mí. Recuerdos que creí haberlos olvidados vuelven sin ser llamados. La locura me puede, se apodera de mí. Pierdo la cordura, la poca que me quedaba. Vuelvo a ser la misma de siempre. Soy ese cristal fino que acaba rompiéndose. Poco a poco me rompo y nadie me recoge.
- Cariño, ¿Por qué no compramos un castillo para vivir como reyes?
+ No, mejor compramos un manicomio y follamos como locos.
+ No, mejor compramos un manicomio y follamos como locos.
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