-Vete… Déjame tranquila, sería todo más sencillo.
-Sé sincera. Dime la verdad, no lo que tu cerebro te obliga a decir. Escucha a tu corazón.
-Qué sabrás tú de mis sentimientos.
-Sé lo suficiente, te conozco.
-¿Sí?
-Sí, ¿Quieres que me vaya?
-Sí…
-Sólo me iré si de verdad lo quieres, pero con una condición.
-¿Cuál?
-No me olvides nunca, ¿Lo prometes?
-Lo prometo… Nunca podría hacerlo ni aunque fuera lo que más deseara. Sería como volar sin alas o reír sin sonrisa. Un día llamaste a mi puerta, entraste sin permiso y te hiciste dueño de mi vida. Te la regalé sin ningún interés a cambio, sólo tenerte. Y ahora no sé qué hacer ni qué más decir. Ojalá todo fuera tan sencillo como los cuentos de hadas.
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