Hacía horas que le observaba en silencio desde la lejanía, veía cada pequeño detalle que nadie más sabía ver y sonreía divertido. Era una chica joven, a simple vista como las demás, pero yo sabía que no; era distinta. Permanecía sentada en aquel banco, como solía hacer cada día, con la vista perdida en vete a saber dónde. Sonreía, arrugaba la frente y ponía caras de todo tipo. A veces levantaba la vista y miraba al horizonte, parecía buscar a alguien, pero volvía a bajarla tímidamente. Se sonrojaba y se apartaba el pelo de la cara. Tenía una melena preciosa, se deslizaba suavemente por sus hombros y baila sin pudor con el viento. Era azabache, tan negra como el más puro carbón. Algún que otro mechón solía engancharse en sus labios, ella lo apartaba como si nada. Una de esas veces, nuestras miradas se juntaron. ¡Tonto de mí, me pilló de lleno mirándola! No sabía cómo actuar, si hacerme el loco o atreverme a dar un paso más. Opté por lo segundo, no pude resistirme. Tenía algo que la hacía deseable, hasta tal punto de estar dispuesto de perder la cabeza por ella. Caminé con paso decidido y la sonreí.
- Buenas tardes- Alcancé a decir más tímido que cuando tenía un par de años y me sacaban los colores con cualquier tontería.
- Hola- Su voz era suave, tan bella como ella- He visto que me observabas… ¿Lo llevas haciendo mucho tiempo?
- Sí… Días- No sé cómo pude ser tan sincero, al momento me arrepentí de haberme descubierto ante ella de esa manera.
- Vaya… ¿Y por qué?- Preguntó tranquila y decidida.
- Me despiertas un gran interés…Eres tan… Distinta- Confesé.
- ¿Cómo sabes que soy distinta si no me conoces?- Su curiosidad aumentaba por momentos, al igual que mi temor.
- Por tus gestos, esos pequeños detalles que a veces nadie más sabe ver. Como cuando estás nerviosa y te tocas el pelo, cuando estás contenta y no paras de sonreír o cuando estás pensativa y pones caritas. Estos y muchos otros más.
- Sí, puede que lo sea, pero no soy perfecta.
- Te equivocas, pequeña, sí lo eres. Eres perfecta, ¿Sabes por qué?
- No, ¿Por qué?- Dijo tímida.
- Porque todos esos pequeños detalles. Sí, esos que te harían ser imperfecta, son los que te dan ese encanto tan irresistible.
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