Con el paso del tiempo he aprendido que ocultar lo que se siente no es bueno, no durante un periodo de tiempo prolongado. A veces es necesario callar antes de decir algo que no sea mejor que el silencio, pero otras es mejor decirlo todo, o gran parte. Una lágrima vertida no debilita al guerrero, sino que le hace más fuerte. Una batalla perdida no hiere de muerte, sino que la acumulación de varias crea un escudo prácticamente invencible.
Durante mucho tiempo mi vida ha sido un caos, puro y duro. No siempre he sido consciente de él directamente. Ojos que no ven corazón que no siente, suele decirse, y no hay peor ciego que el que no quiere ver, se dice también. La primera es más bien falsa, la verdad siempre sale a flote, tarde o temprano. La segunda es cierta, el mayor enemigo que puedo tener soy yo misma. Nadie me conoce tanto como yo. Nadie sabe qué habita en mi psique ni qué me pide mi cuerpo en cada momento. Nadie sabe qué callo o qué siento. Nadie es yo ni yo soy nadie.
Cuando era pequeña tenía miedo a la soledad, a estar sola. Después me acostumbré a ella y llegué hasta adorarla en ciertas ocasiones. Creí que el miedo había cesado, pero no fue así. Cuando peor me siento acude a mí o cuanto más vacio noto en mi interior. Solo depende de mí dejar que me domine o hacerle frente de una vez por todas.
No sé ni porqué escribo esto, sinceramente. Quizá sea el producto de estar una semana con la vida vuelta del revés. Siendo como un vampiro, esclava del día y anfitriona de la noche. Quizá tantas divagaciones consigan aclarar mi cabeza o quizá no sirva de nada. No sé qué pasará a partir de ahora, solo sé que necesito un cambio en mi vida y estoy dispuesta a hacerlo. Dejaré de ser mi mayor enemiga, aunque eso signifique dejar de ser quién soy. Pues cada acto tiene su consecuencia y cada camino se traza día a día.
Me sigue poniendo tu forma de escribir... lástima que lo nuestro fuera un suspiro en el anonimato de un chat... besos de lobo
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