La vida es una dura
prueba en la que nos embarcamos sin saber las razones. Venimos solos y
nos vamos igual que vinimos. No nos dan ningún manual de instrucciones,
ni siquiera nos dejan una vida de prueba como en los videojuegos.
Algunos no logran ir superando los niveles, son más fuertes que ellos
mismos. Otros dan tumbos de un lado para otro sin un rumbo fijo en toda
su existencia. Y por último están los valientes, esos que saben que es
una camino de rosas con las espinas muy afiladas pero que no se
achantan. Luchan disfrutando de cada día como su fuera el último.
Yo
no sé de qué tipo de personas soy, la verdad. Aunque si sigo aquí
significará algo, querrá decir que aún no me he rendido. Seguramente
será por mi gran cabezonería, no me sorprendería. Sólo hay una cosa que
sí tengo clara: prefiero pedir mil veces perdón que pedir una sola
permiso.
Los humanos tenemos la constante manía de cagarla una vez
tras otra. Tropezar con la misma piedra más de una vez, incluso más de
tres. Nos equivocamos sin darnos cuenta o siendo totalmente conscientes,
pero lo hacemos. Siempre me han dicho que las segundas partes nunca
fueron buenas, pero cuando quieres a una persona que te hizo tantísimo
daño... ¿Será aconsejable darle una segunda oportunidad? Tal vez haya
cambiado, quién sabe. Lo que no se puede hacer es juzgar sin conocer. El
dolor, al igual que el miedo, paraliza. Si esa persona en su día te dio
una infinita cantidad de buenos momentos que aún se conservan en la
caja de los recuerdos, ¿Por qué no intentarlo de nuevo? Será duro, sí.
Mejor dicho, será jodidamente duro, pero es lo único que tienes. Podrías
echarla de tu vida, castigarla por la eternidad por su 'horrible
crimen', mas lo que nunca podrás hacer es sentirte mejor por no saber
perdonar y mucho menos olvidar.
En ocasiones no fui capaz
de dar una segunda oportunidad a aquellos que me la pidieron, no me vi
preparada. Ahora en algunos casos me arrepiento de no haberlo hecho,
pero todo tiene una razón. Nada de lo que pasa es por casualidad. Todo
lo que ocurrió en mi pasado sucedió porque tenía que ser la persona que
ahora mismo soy. No estoy orgullosa de muchas cosas que hice, pero
tampoco me avergüenzo. Son una parte más de mí, esa que ahora es sólo un
viejo recuerdo que me sirve para no volver a tropezar.
Cuando te pidan una segunda oportunidad valora los buenos momentos junto con los malos. Valora cuánto mal te hizo esa persona y si en verdad te merece la pena. Piensa que si decides perdonarla deberás dejar todo atrás. No tendrás que echarle en cara todo lo que hizo o lo que dejó de hacer, sino apoyarla. El hecho de discutir con ella no te hará ser mejor persona, ni tampoco calmará tu dolor. Y por último, trata de ponerte en su lugar. En su día tú también te equivocaste y seguro que deseaste que te dejaran demostrar que cambiaste. Trata a los demás como quieras que te traten a ti.
Cuando te pidan una segunda oportunidad valora los buenos momentos junto con los malos. Valora cuánto mal te hizo esa persona y si en verdad te merece la pena. Piensa que si decides perdonarla deberás dejar todo atrás. No tendrás que echarle en cara todo lo que hizo o lo que dejó de hacer, sino apoyarla. El hecho de discutir con ella no te hará ser mejor persona, ni tampoco calmará tu dolor. Y por último, trata de ponerte en su lugar. En su día tú también te equivocaste y seguro que deseaste que te dejaran demostrar que cambiaste. Trata a los demás como quieras que te traten a ti.
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