- Cariño, ¿Por qué no compramos un castillo para vivir como reyes?

+ No, mejor compramos un manicomio y follamos como locos.

sábado, 29 de junio de 2013

Nunca estuviste muerta ni tampoco viva


-         ¿Cómo sabes que es amor y no una simple ilusión más?

-        Cuando me mira y le brilla la mirada emitiendo un cálido resplandor. Cuando es capaz de besarme de la manera más tierna del mundo y a su vez me muerde el labio salvajemente. Cuando me desviste babeándose entero sin poderlo evitar. Cuando le abrazo y siento cómo desliza sus manos por mi columna vertebral para depositarse finalmente en el principio de mi culo. Cuando me quita los mechones del rostro con sumo cuidado. Cuando le digo que le quiero y su corazón corre veloz entre un mar de confesiones. Cuando discutimos y me pide perdón una y mil veces más, aunque su orgullo le diga que no sea tan blando. Cuando está inseguro como un niño pequeño y se calma entre mis brazos. Cuando me dice que soy preciosa y que me desea cada vez más. Cuando poco a poco me ha ido demostrando lo que me dijo cuándo todo comenzó: ‘Lucharé por ti, te daré todo lo que tenga y si no te consigo, no será porque no lo he intentado’.

-         Pero eso no demuestra que realmente esté enamorado de ti.

-         Tienes razón, podría ser un gran actor. Podría ser todo lo que yo quisiera, incluso él mismo.

-         ¿Entonces qué te hace confiar?

-         Que me haya devuelto la vida.

-         ¿A qué te refieres? Nunca estuviste muerta.

-         Ni tampoco viva. Estaba ahí… Jamás supe la razón de mi existencia y aún la desconozco, pero ahora es distinto. Solía estar triste, lloraba y me disfrazaba de alguien que no era. Mentiría si dijera que ahora soy totalmente feliz, siempre hay pequeñeces que te hacen la vida un poco más entretenida y puñetera, en eso consiste. Sin embargo, él es la razón por la que todos los días tengo un motivo por el que sonreír al menos una décima de segundo. No me imagino vivir sin él, sería muy duro. Hay días en los que no puede más, su mundo se derrumba y yo he de intentar sostenerlo. A veces creo que se rendirá, mas descarto esa idea cuando veo que es capaz de levantarse después de cada caída, por muy dolorosa que sea. No sé si es el hombre de mi vida, ya sabes que nunca creí en esas cursilerías y no lo haré ahora. Sé que le quiero y que se lo demostraré día a día, sin prisa pero sin pausa.