- Cariño, ¿Por qué no compramos un castillo para vivir como reyes?

+ No, mejor compramos un manicomio y follamos como locos.

martes, 16 de abril de 2013

Despertar

Abrí la puerta y me pegó un bofetón. En un instante mi vida pasó rápidamente ante mis ojos. Sentí miedo e incluso llegué a temblar. Me había planteado tantas veces aquella situación, que cuando realmente sucedió no supe cómo reaccionar. Sentía una gran presión en el pecho que me hacía respirar con dificultad. En verdad no recuerdo cuánto tiempo paso exactamente, juraría que el reloj me jugó una mala pasada o quizá varias. Cogí unas tijeras y corté las cuerdas que me habían sujetado durante tanto tiempo sin apenas haberme dado cuenta. Tiré las piezas del viejo tablero de ajedrez en el que un día se disputó seriamente una de mis últimas partidas. Me recordé a mí misma que podría con todo, me lo recordé una vez más. Acaricié suavemente con la mano el lugar donde instantes antes me golpeó y entonces me di cuenta. Nadie me había pegado ni me había controlado. Nadie había sido el protagonista de mi tormentosa historia. Todo lo hice yo misma y la realidad fue quien llamó a mi puerta para abrirme los ojos. Ella fue quien me abofeteó sin darme respiro alguno. No diré que fue la culpable de todos mis males, sino que fue una espectadora más divertida observando una de las mejores tragedias escritas.

- ¿Cómo puedes ser tan ilusa, pequeña? No me lo digas, ¿De verdad pensabas que sería fácil? ¿En serio? Si es así estabas equivocadas.

- Perdóneme por no ser como los demás. Perdóneme por querer una vida distinta sin monotonías que la llenen. Perdóneme por no querer al príncipe azul que se me asignó al nacer. Perdóneme por soñar despierta. Perdóneme por arriesgármelo todo a una sola carta sin saber qué tendría el otro jugador. Perdóneme por querer hasta dolerme e incluso amar cuando no me convenía. Perdóneme por llorar cuando el mal invadía mi alma. Perdóneme por jugar con fuego cuando aún no dominaba la llama. Perdóneme por pensar más de la cuenta y a la vez no utilizar ni una décima parte de mi cerebro. Perdóneme por ser quien soy y no querer ser quien me pretendían imponer. Perdóneme usted porque yo no puedo.

- ¿Realmente te arrepientes de algo?

- No, no me arrepiento de nada. Con el paso de los años me he ido dando cuenta que el hombre vive de experiencias, sin ellas no llegaría a ser quien es. A menudo se suele pedir la paz perpetua, pero yo creo que sería mucho peor que lo que ya tenemos, además de aburrido. La vida necesita vaivenes porque ahí es cuando nos damos cuenta de lo que se está cociendo a nuestro alrededor. Podemos encomendarnos a un ser superior o maldecirnos infinitamente, pero ninguna de las dos será la solución correcta.

- ¿Qué crees que se debería hacer?

- Dejarse llevar, si le das vueltas a las cosas terminas no haciéndolas. Muchos científicos aseguran que la cabeza es quien dirige nuestra vida dejando de lado al corazón, ese músculo tan famoso, mas yo creo que él es el dueño de nuestros sentimientos. Es tan intrigante y la vez asombroso, ¿Sabía que cuando una persona muere él sigue latiendo? ¿Qué fuerza será capaz de moverlo? ¿La sangre quizá? No, no lo creo. Le mueve el amor. Él le hace palpitar aunque no tenga ganas y le devuelve la cordura para después elevarle a la locura en pleno éxtasis. Ojalá hubiera más corazones abiertos y menos mentes cerradas, eso querría decir que una nueva era estaría por llegar. Mientras tanto… Tú, querida amiga, estarás aquí para abofetear a todo aquel que deje de soñar.

Replanteándome mi vida

Siento como mi mundo se derrumba poco a poco. Lo llevo sintiendo hace bastante tiempo, pero no era capaz de asimilarlo hasta ahora. He perdido muchas personas que consideraba grandes apoyos. A veces ha sido por mi culpa, otras era necesario alejarles de mi lado para que no pudieran seguir haciéndome más daño y los últimos se fueron para no volver nunca más, aunque su marcha no fuera elegida sino impuesta por la vida. Muchas veces siento que no soy capaz de vivir, que no sé jugar en este juego sin tener un manual de instrucciones que me explique claramente qué tengo que hacer.

Estoy cansada de encontrarme situaciones que me superan con creces y me joden viva. De hacer daño a aquellos que quiero e incluso de hacérmelo a mí misma constantemente. De crearme una realidad paralela totalmente confusa para así olvidarme de lo que en verdad sucedía. De luchar sin un motivo aparente. De tener pocas, pero valiosas personas apoyándome, aunque muchas veces siento como si fuera una extraña para ellas. De decir lo que siento en cada instante y mucho más de callarme aquello que me da miedo. De ver cómo la vida de los demás avanza y la mía se queda estancada por mucho que intente remediarlo. De llorar a todas horas, aun así sienta alegría o tristeza. De confiar en aquellos que no confiaron en mí. Estoy cansada de tantas cosas que ni siquiera soy capaz de escribir sin dejar de llorar.